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Eurostat sitúa la renta per cápita de España tan lejos de la media europea como en 1999 pese al crecimiento económico

La oficina estadística europea coloca a España ocho puntos por debajo de la renta de la UE, idéntica cifra que hace 25 años. Moody's rechaza mejorar la solvencia por séptimo año consecutivo

Pedro Sánchez y María Jesús Montero el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados.
Pedro Sánchez y María Jesús Montero el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados.Alberto Di Lolli.MUNDO
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Dos organismos internacionales acaban de actualizar datos sobre España y muestran que, pese al mayor crecimiento coyuntural que otras economías europeas, hay un estancamiento estructural.

En el sueño de la convergencia con la renta media europea, el gran objetivo de la adhesión a la Unión Europea, Eurostat hace una estimación que sitúa a España igual de lejos que la que proporcionó este mismo organismo europeo en 1999, 25 años atrás. El avance desde entonces ha sido nulo por conseguir la cota de bienestar de los socios, medida en Producto Interior Bruto per cápita y poder de compra. No es que la renta española no haya crecido en este primer cuarto de siglo. Eurostat la sitúa en 27.770 euros en 2024, pero es que la de varios ha crecido más en términos reales.

En cuanto a la agencia de calificación Moody's concluyó en la noche del viernes que, por séptimo año consecutivo, mantiene la nota de España en aprobado (Baa1) lejos del notable A o incluso el sobresaliente de la triple A que llegó a disfrutar el país al entrar en el euro. El Ejecutivo de Pedro Sánchez, al que califica de «débil» y «expuesto a cambios de estrategia de sus socios», en alusión a Carles Puigdemont, no ha logrado mejora de solvencia en todo su mandato. La última revisión al alza fue en abril de 2018, en los últimos meses de Mariano Rajoy en el poder.

La estimación de Eurostat es particularmente frustrante. Calcula que, gracias a un mayor crecimiento que otras economías europeas, la renta per cápita medida en poder de compra sube al 92% de la media europea, un punto más que en 2023 y cada vez más lejos del 88% en que cayó tras la pandemia y que le hacía merecedor de nuevo del Fondo de Cohesión al quedar por debajo del 90%.

Con ese porcentaje vuelve a superar ligeramente a países que le habían adelantado como Lituania y Chequia, que han perdido fuelle tras la invasión rusa de Ucrania. Sigue fuera de la decena de países que superan la media y queda en el puesto 14 de los 27, dos puestos peor que en 1999. En aquel año, según una actualización posterior que hizo Eurostat tras la gran ampliación al Este, España estaba a la misma distancia de la media, pero en el puesto 12. En todo este período ha habido altibajos y llegó a rozar la media en los últimos años de José María Aznar e incluso a superarla en los primeros de José Luis Rodríguez Zapatero, alcanzando por fin, en apariencia, el sueño de la convergencia. Pero fue un espejismo, porque cuando hay bonanza la economía española logra crecer por encima de otras, pero cuando llegan crisis, resiste mucho peor. El resultado es vuelta a la casilla de salida del siglo pasado.

El anterior gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, ya advirtió el pasado año de que «España ha dejado de converger con Europa de un modo sostenido desde la crisis financiera de 2007 y los principales motivos son la baja productividad y la baja tasa de empleo». Otros países, incluso los procedentes del Este, han evolucionado mejor. Otras grandes economías como las de Francia e Italia continúan muy por encima de la española, pero han sufrido importantes retrocesos en este primer cuarto de siglo.

El minúsculo tamaño de las empresas -con trabas regulatorias crecientes-, la baja formación de trabajadores y de innovación o el envejecimiento de la población juega en contra del sueño nacional de la convergencia. Hernández de Cos apuntaba otro factor: «Desde la crisis financiera se ha producido en España una caída en los indicadores de calidad y confianza institucional» con pérdida de eficiencia de las administraciones.

Y en este punto incide Moody's en la nota enviada a sus clientes este fin de semana. Por un lado, recalca que «la economía española disfrutó de un crecimiento superior al potencial en 2024, donde la economía creció un 3,2%». Lo atribuye a, entre otros factores, «las grandes cifras de migración neta» y que el gasto público «representó alrededor de un tercio del crecimiento económico en 2024 y casi el 40% en 2023». Pero añade: «Las perspectivas de crecimiento a largo plazo de España son inciertas debido a problemas estructurales. Por ejemplo, no existe la infraestructura de vivienda necesaria para sostener los flujos migratorios. Por otra parte, los fondos europeos no han tenido un efecto de atracción para la inversión privada».

Moody's ve una ventaja en que la ministra María Jesús Montero no logre sacar presupuestos desde 2023, porque la prórroga «contribuye a contener el gasto e impulsar una moderada consolidación fiscal», pero entre «la incapacidad del actual gobierno minoritario para aprobar legislación» y la «presión creciente del gasto en pensiones y de defensa en los próximos años», no ve razones de mejora de solvencia del país. Y eso perpetúa la lejanía de la meta de la convergencia.

La efeméride/OFERTA DE PRISA A GONZÁLEZ

Sin complejos hasta ahora en su pulso con el Gobierno, el presidente de Prisa, Joseph Oughourlian, está intentando que Felipe González, muy crítico con Pedro Sánchez, vuelva a escribir en El País. Se cumplen cinco años de su último artículo dedicado a Alfredo Pérez Rubalcaba y Oughourlian quiere recuperar figuras del centro izquierda, aunque no sean del agrado de Moncloa. La recuperación de González es también un guiño a uno de los accionistas minoritarios de Prisa, el magnate mexicano Carlos Slim, con el que el histórico líder socialista andaluz tiene buenas relaciones, pero Oughourlian no parece necesitado de grandes alianzas tras su última operación sorpresa de ampliación de capital que intenta diluir a los afines al Gobierno en Prisa. «A Joseph hay que conocerle, que le intenten echar, incluso le pone», asegura un próximo.

El personaje/ BOTÍN PRONUNCIA LA PALABRA MALDITA

La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, dijo el jueves ante el Instituto Internacional de Finanzas en Bruselas que «necesitamos el rearme de Europa», porque «la prioridad ahora es que los europeos se defiendan a sí mismos». «Rearme» es palabra maldita en Moncloa por markéting político, pero es la definición obvia del momento europeo y, por cierto, hay que financiarla. Para Botín, apenas Alemania tiene margen estatal para elevar el gasto militar, y el resto -incluido España- necesitará financiación privada. Para ello pidió desbloquear «cientos de miles de millones» en capital acumulados en la banca europea por excesiva regulación. Y también que no penalice a la banca financiar la defensa. Desveló que ya le explicó este problema reputacional a Josep Borrell en 2o21 con la invasió rusa. Y hasta hoy.

Para seguir/EL BEI VUELVE AL SECTOR NUCLEAR

Era una condición de Emmanuel Macron para aceptar a Nadia Calviño al frente del Banco Europeo de Inversiones y se va cumpliendo. Bajo el mandato de la española, el BEI está volviendo a financiar actividades relacionadas con la energía nuclear y una muestra es el préstamo de 400 millones concedido a planta de enriquecimiento de uranio del grupo Orano en Tricastin (Francia). «No habíamos financiado proyectos en el sector nuclear en Francia desde 2008» se felicita el vicepresidente francés del BEI, Ambroise Fayolle, en declaraciones a La Tribune. Calviño ya abrió la puerta a lo nuclear antes de su nombramiento, pese al rechazo del Gobierno en España a este energía, y, según Fayolle, el BEI se une así a los esfuerzos por desarrollar «energías descarbonizadas». La vuelta a financiar la defensa y la energía nuclear, dos hitos del nuevo BEI.